Fotógrafo: Burkhard Trautsch |
Cuando hacemos suposiciones, nos predisponemos mentalmente de una determinada manera hacia aquello sobre lo que estamos presuponiendo. Por ejemplo, imagina que tu hijo o hija, llega del colegio y sin decirte nada se va rápido a su habitación, tu le sigues para preguntarle que tal el día y cuando le ves, escónde rápidamente algo debajo del colchón.
Si presupones, pueden ser mil cosas, las que esconde: el boletin de notas, un examen, tabaco, drogas... si presupones que es esto lo que esconde imaginarás dos opciones en tu cabeza, explotar y cortar el problema de raiz o hacerte el tonto/a hasta que estés seguro/a de lo que esconde mientras la película de terror crece en tu cabeza.
Sin embargo hay mil cosas que un adolescente puede esconder: una carta de amor, su diario íntimo, un regalo para tí, un regalo que le hiciron y es tan especial que no quiere compartirlo con nadie, la confesión de una amiga, la agenda de citas, el número de teléfono de la persona de la que gusta... Estas no serían problemáticas ¿no? Simplemente pertenecen a la intimidad y magia de su mundo adolescente.
Portada del libro |
Para dejar de suponer debes aprender a comunicarte, a decir lo que de verdad sientes y a aceptar que otros te lo digan.
Pruébalo y verás cuanto dolor te ahorras y ahorras a las personas que te rodean.
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