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La historia del Elefante

Fotógrafo: Detlef Lehmann
Seguro que te han contado este cuento en alguna ocasión, sobre todo si has asistido a algún curso de liderazgo o desarrollo personal. Yo suelo utilizarlo cuando mis clientes se sienten incapaces de hacer algo para lo que están capacitados pero sus creencias limitantes los mantienen bloqueados.

Existen varias versiones del mismo así que yo te voy a contar la mía.

Este cuento trata de la forma en que se amaestran los elefantes. 

No se si alguna vez habrás observado que en la india los elefantes, cuando no están trabajando están simplemente atados por una cuerda o una cadena atada a un poste de madera clavado en el suelo. Si te fijas bien y analizas la situación es fácil darse cuenta que la proporción de la sujección utilizada nada tiene que ver con la fuerza que es capaz de ejercer el paquidermo. En realidad, si lo piensas bien, el elefante necesitaría tan solo una pequeña parte de su fuerza para liberarse de la cadena o cuerda que le sujeta al poste y salir corriendo. Y, sin embargo, no lo hace, ni siquiera lo intenta.

¿Y por que? Podemos pensar que le cuidan bien, que es feliz, que le gusta vivir y servir al ser humano en lugar de correr libre en plena naturaleza. ¿De verdad te convence esta respuesta?

Tambien podemos pensar que si intenta escapar le harán daño y como seguramente ya ha sufrido este castigo, el elefante, que como siempre hemos escuchado, tiene muy buena memoria, lo recuerda y prefiere evitarse el sufrimiento. Bien suena algo más convincente, pero también es cierto que el elefante siempre podría defenderse y matar a su atacante.

Fotógrafo: Rosita Sellmann
¿Sabes como lo logran realmente? Cuando el elefante nace, apenas se mantine en pie, le ponen una cuerda en la pata y le atan al poste. El elefante, pequeño y débil, intenta librarse de sus ataduras, pero por más que lo intenta no tiene fuerza suficiente. Lo intenta día tras día, hasta que acepta que es demasiado débil, que no tiene fuerza para ser libre y que nunca logrará romper sus cadenas. El elefante crece y se hace fuerte, y en su memoria se mantiene el recuerdo de su debilidad, así que nunca más intenta romper esas cadenas, ni escapar, total ya sabe que es imposible y acepta su "destino", "aquel para el que nació". Y así pasan los días hasta que el elefante envejece y muere sin saber cual era su poder interior, su fuerza real y sin conocer para que vino a este mundo.
¿Y tu? ¿Cuáles son tus cadenas? ¿A qué no te atreves porque estás convencido/a de que no lo lograrás? Todos somos como esos elefantes, solo tenemos que atrevernos a tirar de la cuerda con firmeza para darnos cuenta que el poste de madera cede en el suelo. ¿Cuando piensas hacerlo?

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